OPINIÓN: ROQUE MESA


ROQUE Y SU SUEÑO


Roque Mesa tiene claro cuáles son sus preferencias. A sus 27 años tiene la posibilidad de jugar la Champions y no está dispuesto a dejar marchar esta oportunidad. Sin embargo, el tema es complejo.

El contrato acordado entre Sevilla y Roque le puede dejar resuelta la vida al teldense, el problema es el acuerdo entre clubes. Es normal que un jugador como él quiera marcharse, tanto por mejora económica como deportiva. Hasta ahí lo entendemos todos, si nos ponemos en su lugar lo comprendemos perfectamente.

Pero esto no va de comprender o no, esto va de cuánto ofrece el Sevilla. El contrato firmado por Roque estipula que su cláusula de recisión son 30 millones de euros, y por tanto, la UD decidirá si le deja marchar o no en función de lo que ofrezcan por él.

En declaraciones a “La Provincia”, Roque pedía “entienda que el sueño de cualquier futbolista es poder competir en un club de Champions League”. También mandó un mensaje a la afición, “A la afición le pido que se pongan en mi lugar. La UD Las Palmas es mi club, mi casa, mi familia… Pero repito el dinero no lo es todo en la vida, quiero intentar llegar lo más lejos posible en lo deportivo”.

Roque está completamente equivocado, según lo vemos nosotros. En primer lugar, se equivocó al negociar con el Sevilla a espaldas de la UD Las Palmas. Según palabras textuales del propio Roque, “Quien me quiera, que toque la puerta de la UD Las Palmas”. Eso dijo a principios de Mayo. Sin embargo, faltó a su palabra.

Y en segundo lugar, pide comprensión a la UD, está presionando al club de Pío XII para que lo deje ir por una cantidad ridícula. No Roque, no. Al que debes presionar es al Sevilla FC. El club andaluz tiene de sobra para ofrecer a la UD una cantidad acorde a su valor de mercado, mientras que la UD tiene uno de los presupuestos más bajos de la categoría.

El sueño de Roque sólo tiene un impedimento para hacerse realidad, y ese impedimento es el propio Sevilla FC. Es entendible que quiera marchar a jugar en Europa pero también es entendible que la UD pida un precio acorde, más aún cuando el comprador puede permitírselo.


¡Siempre avante!

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